¿Y usted? ¿Opina o enaltece?

Los hay más papistas que el Papa, más franquistas que Franco y también más carreristas que Carrero. Aún recuerdo, el 21 de diciembre de 1973, un día antes del tradicional sorteo de Navidad. Yo había comenzado hacía pocos meses a trabajar por primera vez en una oficina, tan solo tenía 17 años y no sabía nada de política, nada en absoluto, como estaba mandado en aquellos tiempos. Uno de los comerciales, un hombre de treinta y tantos, entró y dijo:

-¿Sabéis que han suspendido el sorteo de la lotería de Navidad? Las tres personas que trabajábamos en aquel despacho nos volvimos un tanto desconcertadas.

-¿Porqué? Preguntamos al unísono.

-Porque ya ha caído el Gordo. Respondió entre risas.

En un primer momento no entendí el chiste, me lo tuvieron que explicar. Ahora me resulta gracioso y es posible que a muchos le resulte incluso desagradable, es cuestión de sentidos del humor. No creo que la intención de aquel chiste y otros tantos sobre el mismo o similares temas, fuera el de herir la sensibilidad del fallecido ni el de enaltecer o animar a la comisión de actos violentos. Tan solo era humor “negro”, más o menos negro, pero siempre humor. Lo que no recuerdo es haber oído que se encarcelara a nadie por eso en una sociedad en la que, paradójicamente en aquellos tiempos, se encarcelaba a la gente por casi todo.

También recuerdo chistes como: “Entra un gangoso a una farmacia…” “Iba un cojo por la calle…” “Le dice un tartamudo a otro…” “¿Sabes la diferencia entre una mujer y una fregona…?”

Entiendo desde mi actual visión del mundo, mucho más madura, que resultan más ofensivas las alusiones a los defectos físicos de las personas o a claras manifestaciones machistas contra la dignidad de las mujeres, en cambio, aparte de definir los chistes basados en esos temas como “de mal gusto” y procurar no hacernos eco de ellos como una forma de cambio en la mentalidad social colectiva, tampoco entendería que encarcelaran a quienes, aún hoy, continúan partiéndose de risa al contarlos o al escucharlos.

Me vais a decir que banalizar sobre los delitos de sangre, no tiene comparación con respecto a otras formas de ofensa. Eso depende, me atrevo a decir. La banalización, en ningún caso debería constituir un delito en sí mismo, puesto que no se materializa en daño efectivo y ni siquiera promete la intención de dañar. En cambio, sí lo hace la expresión del deseo manifiesto de ocasionar la muerte sin que en ninguno de estos casos se haya producido sentencia condenatoria no ya de prisión, sino de una simple multa ejemplarizante.

Me refiero a manifestaciones públicas de personajes como, por ejemplo, Federico Gimenez Losantos, cuando dijo sin ningún complejo aquello de “Cuándo veo a los de Podemos, si llevo una pistola, disparo”, o las múltiples amenazas a través de Twitter, por carta o en la cara, a los que, asombrosamente, nunca pescan y así hasta el infinito y mucho más. No puedo entender que a quienes amenazan de muerte no se les juzgue ni se les condene por ser de un signo político determinado y en cambio, se encarcele e inhabilite a quienes cuentan un chiste, aunque sea malo, porque pertenece a otro signo político contrario al gobierno.

Y si hablamos sólo de ofensas, ¿Qué os parece el vomitivo “¡Que se jodan!” De la diputada pepera Andrea Fabra, cuando el gobierno anunció recortes para las prestaciones por desempleo. O aquello de “Los de izquierdas todo el día con la fosa de no sé quién” pronunciado por el portavoz del gobierno Pablo Casado. O el homenaje a través de la Delegada del Gobierno en Cataluña a la entidad de veteranos de la División Azul española integrantes del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial?

¿Quién enaltece el terrorismo cuando se aplica una doble vara de medir? ¿Qué peor ofensa para la democracia que sembrar la desigualdad incluso entre muertos?

Pero parece ser que “terrorismo” solo se entiende como los actos violentos cometidos por ETA. Asombroso. Podríamos hablar de terrorismo de Estado, pero eso no parece estar contemplado en el artº 578 del Código Penal, ni lo tuvieron en cuenta sus firmantes (incluyendo al Psoe). Tampoco se hablar de otros terrorismos y otros enaltecimientos no penados por la ley, como el enaltecimiento de la pederastia, muy usado por el clero español, como lo manifestado por Bernardo Álvarez, obispo de Tenerife: “Hay menores que desean el abuso, incluso te provocan”.

¿Y qué os parece el enaltecimiento de la violencia contra las mujeres?: “Si la mujer aborta, el varón puede abusar de ella”. Lo dijo el arzobispo de Granada y se quedó tan ancho.

Pues no, ni se les ha encarcelado ni se les ha multado. Ahí siguen, viviendo a todo tren a costa del erario público en un país como España, donde nuestra Constitución en su artº 16.3 deja patente la laicidad del Estado Español.

No quiero privar a nadie de ejercer su libre pensamiento aunque sea opuesto al mío. Tampoco quiero sancionar la libertad de expresión de nadie. Lo que quiero es que, tanto el libre pensamiento como la libre expresión, se respete y que las leyes no sean azuzadas para sembrar el terror, para amordazar las opiniones, para continuar exaltando valores con los que ya manifestó el pueblo español que quería dejar atrás, como una parte oscura de su historia.

No voy a defender el insulto y el mal gusto, no voy a defender las ofensas al dolor de nadie, tenga el color que tenga. Sólo quiero que no siga imperando la locura y el despropósito sobre nuestras cabezas de ciudadanos y ciudadanas impotentes. Que las leyes no se ejerzan adaptadas a los intereses del poder que las maneja. Que la justicia sea justicia porque sea imparcial e igualitaria, que la libertad sea libertad porque nadie tema ejercerla, que las opiniones sean eso, opiniones por provenir de pensamientos libres, que se destierre la amenaza y que las ofensas se sancionen en su justa y proporcional medida y que esta democracia de medio pelo que sufrimos, acabe pronto para que resurja la verdadera, la que está encarcelada y amordazada por un franquismo que nunca se ha ido del todo en España.

2 comentarios

  1. Mariano · · Responder

    Es que mientas exista el Poder habrá franquismos y fascismos… el Poder está configurado con una naturaleza fascista: no importa quién lo detente.

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  2. Estoy de acuerdo contigo, Mariano

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