¿Patria?

Dos amigos discutían sobre los sentimientos patrióticos. Andrés hinchaba el pecho hablando de su patria y de lo que se emocionaba al contemplar la bandera. De hecho, había colocado una en su balcón para que todo el mundo pudiera contemplarla y saber cuán orgulloso se sentía de ser español.

Manuel, por el contrario, aseguraba no albergar ningún sentimiento especial por pertenecer a un país u otro. Aseguraba desconocer lo que significaba la patria o su emblema, la bandera.

-¡No me puedo creer que tengas tanta frialdad en tu corazón!- bramaba Andrés –deberías avergonzarte de lo que estás diciendo, la patria es tu madre, la bandera un orgullo y un honor.

-Yo no creo eso- aseguraba Manuel –¿Qué es la patria? ¿Un territorio? ¿Un idioma? ¿La gente que vive en una determinada demarcación territorial? ¿Un sistema político? Y, ¿qué es una bandera? Para mí solo es un símbolo territorial con determinados colores y elementos en su diseño, elegidos para distinguir a unos territorios de otros. Pero nada de eso me representa.

-Eso que dices es una abominación y me ofende- Yo por mi patria podría morir y hasta matar.

-Ya ves, yo no haría ninguna de esas dos cosas en nombre de algo que no siento. Es lo mismo que matar o morir en nombre de Dios. Nada. Mentira.

-Sabes que somos amigos, Manuel, pero eso que me dices me está molestando, me está ofendiendo y no puedo consentírtelo.

-Mira- alegó Manuel tratando de modular el tono que estaba tomando la conversación –efectivamente, somos amigos desde hace muchos años y ambos nos conocemos. Ninguno de nosotros va a convencer al otro. Somos ya muy mayores. ¿Qué te parece si abandonamos esta conversación y hablamos de algo que nos una más?

Andrés maldijo entre dientes y apretando los puños, asintió con la cabeza.

-Quería preguntarte algo, Andrés- continuó Manuel sonriente.

-¿Qué me quieres preguntar?

-¿Cuáles han sido los momentos más importantes de tu vida?

Andrés le miró sorprendido dos segundos, y luego se quedó pensativo unos momentos.

-Tal vez lo más me ha marcado la vida, fue cuando tuve aquel accidente y estuve a punto de morir.

-¿Recuerdas lo que sentías?

Andrés se echó a reír.

-Sí. Recuerdo que tenía tanto miedo, que agarré la mano de mi madre y no la dejaba apartarse de mí, ni de día ni de noche. Me sentía más seguro, como si ella pudiera salvarme.

-¿Y cuándo murió tu hermano?

Andrés ensombreció la mirada.

-Sufrí mucho por aquellos días- susurró con el corazón encogido –durante un mes dormí abrazado a su ropa, que aún guardaba su olor, y lloraba añorándole.

-Sí- suspiró Manuel –yo también recuerdo aquel duro trance. Pero ¿Y cuándo nació tu hija?

-¡Fue maravilloso!- rió Andrés –No quería apartarme de su cuna. No podía dejar de mirarla y la hubiera tenido en los brazos todo el día.

-¿Y recuerdas el viaje que hiciste con tu mujer al poco de casaros?

-¡Hombre! ¡Claro que lo recuerdo! Eso no se olvida. Los días se me hicieron cortos. No quería que se acabaran aquellas vacaciones. Lo pasamos tan bien…

-Fíjate- reflexionó Manuel –Mientras rememorabas los momentos más importantes de tu vida, aquellos que han dejado para siempre una huella indeleble en tu alma, no has mencionado, ni una sola vez, las palabras Patria, ni Bandera.

3 comentarios

  1. […] quien le escriba, La frustración, Furores cruzados,  Ventajas del patriotismo, Banderas y orcos, ¿Patria?, Berlanguiano: el humor como antídoto, Es el capitalismos, estúpidos, Comer el coco, […]

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  2. Mariano · · Responder

    Muy muy bueno. Yo tampoco mataría x mi patria… Al final las fronteras son todas cicatrices de la mente

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  3. Y de nuevo comparto tu opinión.

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