Pobre Andalucía, porque así lo quiso

Vox ha entrado con fuerza en Andalucía, e irá subiendo hasta la frontera de Euskadi y de Cataluña, aunque de esos puntos no podrán pasar. Son comunidades de convicciones fuertes, por eso los distintos gobiernos españoles las han asediado y enfrentado al resto del Estado.

«España, tierra de toros bravos y de hombres mansos», escuché decir una vez, posiblemente por alguien que conocía bien el terreno.

El Partido Socialista, que hace muchos años que se olvidó de que era socialista, ha contribuido en buena parte a fomentar la derechización de todo el territorio español. Aceptó sumiso la monarquía, impuesta por el dictador Franco antes de morir; desechó sus principios fundamentales como partido de izquierda; coreó codo con codo junto al fascismo aquello de “la unidad de España”, baluarte de la derecha y uno de los argumentos estrella de los golpistas de 1936, que ha seguido siéndolo, impregnando a la pseudoizquierda, como el PSOE, que dejó muy atrás el ideario que propugnaba la República Federal Española.

Contra el pueblo catalán se han levantado todo tipo de insultos y de medidas represivas por parte, tanto del gobierno de Mariano Rajoy, como del actual de Pedro Sánchez. Jamás hubo diálogo. Pesaban más las presiones del fascismo latente en una sociedad que nunca depuró su ejército, ni su policía, ni su sistema judicial.

De aquellos vientos, estas tempestades. La bandera franquista se alzó como la madre de todas las banderas, sacando lo peor de cada uno. La monarquía, antítesis de la democracia y heredera del franquismo, se adoptó como legítima, cuando no lo ha sido nunca, y el fascismo, xenófobo, homófobo, racista, machista, ultra religioso y especista, avanza libre por tierras españolas, porque los inútiles dirigentes que hemos tenido siempre, españoles ellos, “muy españoles y mucho españoles” como verborreaba Rajoy en una de sus absurdas intervenciones, han sembrado de odio, miedo y prejuicios una tierra que acabará quemada, como todo lo que ellos tocan.

La traición continua a los principios de la izquierda por parte de sus dirigentes, tornan en rabia y decepción los ánimos de aquellos que un día les depositaron su confianza.

La derecha no se abstiene, es un punto a su favor. Aunque no tengan ni pajolera idea de qué es lo que están votando, lo harán porque lo manda el que más arriba esté. La izquierda siempre tendrá las de perder por el hecho contrario. Pero el esclavo feliz, no deja de ser esclavo por eso.

La altísima abstención en estas elecciones andaluzas ha dado la llave a la extrema derecha, que no ha surgido de pronto, sino que estaba simplemente repartida entre PP, Ciudadanos y otras opciones menores. Quienes se han abstenido creyendo ser así más libres, se han puesto las esposas, las mordazas y los barrotes.

Esta España que no parece tener solución, que continúa anclada en la ignorancia y la desmovilización, acaba de retroceder un siglo entero en sus derechos y en sus libertades. Pero no ha sido de golpe, claro que no, ha ido cayendo en la ensoñación de creer que lo que se consigue a base de lucha se queda marcado para siempre. ¡Triste error! ¡Pesada mentira con la que muchos conviven!: Aquello que se conquista hay que regarlo cada día, mantenerlo vivo, no bajar jamás la guardia, porque cuando nos dormimos, llega el demonio y nos lo arrebata.

 

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