La niebla (IV – La hipótesis)

Todas las muestras fueron analizadas escrupulosamente. Los resultados se esperaban con la misma impaciencia que el informe forense de los cuerpos incorporando el análisis patológico de los tejidos.

Las horas parecían no pasar. Un ejército de periodistas se mantenía día y noche atento a cualquier novedad y a las declaraciones que el Comité de Expertos formado por los especialistas policiales, forenses y virólogos, pudieran emitir en cualquier momento.

Las autoridades consistoriales también permanecían atentas al resultado que los científicos pudieran transmitirles. Después de aquellos días, empezaban a escasear los alimentos y los productos de primera necesidad en la localidad. Se hacía urgente clarificar la situación sanitaria del municipio y abastecer a la población. La situación era ya insostenible.

Toda la actividad comercial, agraria, de transportes y servicios, había quedado paralizada y eso era algo que preveían con consecuencias económicas  posteriores, incluso, aunque el gravísimo problema que les invadía acabara con buen final. El alcalde empezaba a plantearse solicitar al Gobierno una declaración de zona catastrófica para paliar el desastre total.

Antes de pronunciar una declaración ante la prensa, el Comité de Expertos se reunió para estudiar el resultado del análisis de las muestras recogidas por los agentes y los informes toxicológico y patológico que, a toda prisa, les habían enviado desde el Anatómico Forense.

Las fotocopias de todos los informes aparecían ya sobre la mesa, agrupados en carpetillas frente a cada una de las sillas de los componentes del Comité. Todos se miraron con gesto grave antes de tomar asiento y comenzar a hojear el contenido de los dossieres. El afamado forense, Dr. Velasco, presidía el grupo y fue el primero en dirigirse a los demás.

-Debo reconocer que me encuentro tan estupefacto como puedan estarlo todos ustedes tras el resultado del análisis de muestras.

-¿Es posible que alguien haya cometido un error?- intervino el Dr. Martínez mirándole por encima de sus gafas.

-No lo creo.

-Entonces ¿Qué significa esto?

-Significa que nos hemos equivocado en nuestra hipótesis inicial. Hay que replantearse de nuevo todo el asunto, hemos dado por sentado cosas y hemos perdido el tiempo.

-No estoy del todo de acuerdo con usted, Dr. Velasco- interrumpió el Dr. Pereira -En ciencia nunca hay una hipótesis errónea, en todo caso, es una hipótesis descartada. En este caso, quedaría descartada la posibilidad de que las muertes se hayan producido a través de vías aéreas.

-Así es- continuó el Dr. Velasco –el aire de todas las muestras ha resultado no ser más tóxico que el de cualquier otro lugar de la zona: húmedo y limpio.

El  Inspector de Policía enviado desde la capital, levantó la mano en ademán de solicitar la palabra. El Dr. Velasco asintió. –Adelante.

-Yo también estoy sorprendido, aunque francamente aliviado por ese resultado, pero voy a necesitar que ustedes me expliquen mejor el significado de los informes forenses, comprendan que no estoy familiarizado con este tipo de datos.

-Tiene usted razón- respondió Velasco. –Centrémonos en los informes del Anatómico: queda claramente demostrado que a las tres víctimas se les administró la misma sustancia tóxica que les produjo la muerte en un corto espacio de tiempo.

-Entonces ¿puede decirse que fueron asesinados?

-Indudablemente Inspector

-Lo que no deja claro- dijo Pereira –es exactamente qué tipo de sustancia tóxica o que combinado de venenos han producido el efecto momificante en las víctimas.

-Lo único hallado realmente en los tejidos es un alto contenido en natrón- añadió Martínez – pero eso por sí solo no justifica el efecto final.

-Tal vez natrón mezclado con algún tipo de arsénico que acelere el proceso de secado de los órganos ¿pero cuál? También hay que añadir lesiones que podrían darnos luz sobre la forma en que fueron asesinados, pero eso le corresponde a usted, Inspector.

-Sí Dr. Pereira, ese es el punto que estoy leyendo en estos momentos. La sequedad de la piel ha dejado al descubierto una incisión en el cuello de dos de las víctimas, la mujer y el deportista.

-Más que una incisión, yo diría que les fue administrado con una aguja hipodérmica- Siguió Velasco.

-Bien, pero ¿y el vagabundo? Él no presenta lesiones dérmicas.

-No, Inspector, pero el análisis del contenido gástrico evidencia grandes dosis de natrón. Posiblemente fue más fácil invitarle a una copa letal. Lo único que podemos suponer con bastante certeza es que las muertes fueron violentas y dolorosas, seguramente perdieron el conocimiento durante su agonía.

El Jefe de Policía se pasó la mano por la frente y resopló. –Bien, ahora hay que salir ahí fuera y dar dos noticias, la buena y la mala.

Velasco sonrió y sacudió la cabeza mientras recogía sus papeles y los ordenaba con cuidado dentro de la carpetilla de cartón. –Nosotros continuaremos intentando conocer la composición del veneno, usted, Inspector, tiene la pelota en su tejado ahora. Este asunto ha dado un giro de ciento ochenta grados.

La nueva hipótesis sobre la causa de los tres fallecimientos fue difundida a toda velocidad. Se hacía urgente que la sospecha sobre la supuesta toxicidad del aire de la localidad quedara por fin totalmente descartado dentro y fuera del municipio. La actividad normal de la gente debía continuar y había que recuperar mucho tiempo perdido pero, al menos, las puertas y ventanas comenzaron a abrirse y el sentimiento de temor hacia un enemigo invisible, solo se cambió por el temor a un enemigo físico. Todos se preguntaban cual sería la relación entre las tres muertes y si, de una forma o de otra, podría tener relación también con cualquiera del resto de los habitantes del pueblo.

El Inspector Pozuelo, tras informar debidamente al alcalde y al resto de concejales, reunió a su equipo.

-Hay que empezar a  tomar declaración a todas las personas cercanas a las víctimas, familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo… Tiene que haber un punto de conexión entre ellos.

-¿Por dónde empezamos?- preguntó un agente.

En ese momento se abrió la puerta y una policía entró en la sala con una libreta en la mano.

-Inspector. Acabamos de recibir denuncia de la madre del chico muerto, Toni Parrés, han forzado una ventana de su casa han entrado a robar, dice que todo está revuelto y se han llevado el portátil de su hijo.

Pozuelo miró al agente que había preguntado momentos antes. –Ya sabemos por dónde empezar.


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